Cuánto hacía que no me metía aquí, te tenía abandonado, querido blog.
Además de exámenes que me tuvieron ocupada de octubre a ahora, tuve una serie de revelaciones (...¿Revelaciones? Suena fatal... Digamos que me di cuenta de cosas).
Me di cuenta, tal vez de lo más importante, que es darme cuenta de a quién importo de verdad; quién me trata bien y quién no; y es que ahora directamente no tengo ganas de estar con quien no quiero estar. Ha sido todo muy rápido. Pero el cambio lo ha merecido, no lo cambiaría por nada.
Sé que no estoy siendo clara, pero buéh, yo me entiendo, y tampoco es cuestión de dar detalles de mi vida en el blog, recordemos mi primera entrada... Jeje.
Pues eso, que a veces las cosas, nuestra vida incluso cambia, y sentimos pánico al principio "Oh, ¿Qué haré? ¿Aguantaré? ¿Aunque sea sola?", según va pasando el tiempo, puedas ver que eres capaz de sorprenderte a ti mismo de tus propias cualidades, cosas de las que antes no podrías estar seguro que fueses capaz de hacer.
Errores... Uno por sí solo puede que lo pases por alto... Al segundo te vas fijando más. Pero el rencor sigue ahí. Al tercero ya no eres indiferente. Y a partir de ahí ya no cometes más errores, al menos ESOS errores, siempre es posible que cometas otros, claro, pero ésos no. Ya no.
A partir de ahí te independizas de ellos. Y sobre todo, aprendes y maduras. Y dejas de echarte mierda encima porque te has dado cuenta de que donde puede que tú lleves sólo un poco en el pelo, a algunos otros se les cayó el cubo de mierda encima.
Tal vez sea eso el que me vea con tanto autoestima últimamente, no es que me vea superior a los demás, ni mucho menos. Simplemente me empiezo a querer a mí misma. Y a quien no le guste, pues mira, que se compre un mono o algo, yo que sé. Yo no tengo por qué pagar los defectos de los demás; no tengo por qué aguantar a quien su único propósito sea hundirme; no quiero sacar conlusiones que puedan ser equívocas, tales como la envidia, la mala hostia, o similares, porque es algo incierto, y si no tengo ni zorra, prefiero dejarlo en el aire.
Y ante todo, no soy quién para juzgar. Pero sí soy quién para opinar. Y no me pienso quedar callada.
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