Walls are tired

Hay que ver, cómo se repite esa maldita pregunta un día al año, "¿qué se siente con un año más?". ¿Es posible que existe pregunta más estúpida que esa?
En mi caso, lo único que ha variado es que ahora tengo todo lo mejor y peor de la edad adulta.
Más libertad, que acarrea más responsabilidades.
Los dos últimos años de la adolescencia, antes tan interminable, tan presente, ahora contemplamos sus últimos momentos, recordados por buenos o malos momentos que hicieron estremecernos de emoción o temblar de rabia. Se desvanece, y con ella, los mejores y los peores años de tu vida.

Sueño adolescente parte I: Escapar





Sentirse desmotivado, alejarse de la ciudad, del ruido y de toda población humana posible.
Correr entre el viento, apartando zarzas con la mano, sintiendo el escozor de la madre naturaleza mientras gritas en silencio y apoyas apenas las puntas de los pies en cada piedra de la calzada que te sostiene.
Tienes ganas de caer al vacío, pero sin embargo, sobrevivir al acto.
Últimamente es difícil vivir al límite, a no ser que ése sea la descripción actual a "vivir en una ciudad con altos niveles de contaminación, en una sociedad esteroitipizada e intolerante".
Al fin y al cabo, ¿qué es peor que sentirse rechazado en tu propio hogar?

El mundo ya no valora lo diferente, quizá algunas personas sí, pero el mundo que nos pintan está lleno de falsas personalidades, valores superficiales basados en modas que un año llegan y a los seis meses desaparecen.

Todo guiado por el dinero.

¿Qué más da hacer que unos cuántos jóvenes pierdan su esperanza en ellos mismos teniendo dinero para nosotros?


Dile que eres libre y que no dependes de nadie, que nada te atará a ningún poste con una jodida cadena oxidada de viejo hierro, y, ante todo, no olvides decirle que antes no eras así.
Antes buscabas la libertad por encima de todo, te escapabas del lugar que fuera simplemente para sentir la excitación que te provocaba huir de tus responsabilidades.
Pero con el tiempo, no quedó más remedio que mentirte a ti mismo, no eres más que otra marioneta del sistema, a punto de ser utilizada. Te convencieron para estudiar y buscar un trabajo, ¿qué más dejarás que hagan con tu maldita mente?
Te diré cuál fue tu perdición: la televisión. Dejarte engatusar por aquellas personas que gritaban a los cuatro vientos cómo había que ser, cómo había que pensar y cómo había que amar...
En aquel momento, tu cerebro, tan hiperactivo y curioso sólo pudo responder de una manera: obedeciendo a aquellos estúpidos estándares que sólo perseguían controlar a todos cuantos pudieran, en beneficio de unos cuantos impresentables en busca de dinero y más dinero.
Te dejo este mensaje aquí, esperando que respondas y que pienses por ti mismo, hace tanto que no lo haces...
En estos momentos estaré en camino de cambiar algo en el mundo, por completo. Más de ocho mil personas y yo intentaremos cambiar lo más difícil de modificar en el mundo: la mentalidad humana.
Vamos a cortar todas las transmisiones de televisión posibles, y para ello nos infiltraremos donde haga falta.
Vamos a traer el pensamiento de vuelta a este mundo.
Aunque cueste un millón de años.

Dejarme aquí sola... Entre tanto desconocido... es lo peor que podrías hacer.
Porque una ya se cansa de preocuparse tanto por todo y por todos, de agobiarse con asuntos sin importancia vital.
Asomarse por la ventana ya no es ese mero hecho sin más, ahora es observar ese mortal precipicio que te mira desafiante mientras la reflexión y la angustia se apodera de tu mente.
Ahora las consecuencias se plantean sin saber antes las opciones, más aun, sin conocer el problema cuestionado.
Nunca más volveré a estar segura de algo.