Mi vida bajo el agua


Oigo el susurrar de las olas, el chisporroteo de su espuma al llegar a la orilla. Palpo la arena con las yemas de los dedos y me dejo llevar mientras mis pies rozan el agua del mar, tan fría como podría estarlo un día de otoño en la noche.
Vuelvo a estar sola en esa playa, pienso en lo más doloroso que podría pensar en ese momento: el día que te perdí.
Descalza y sin prisa, me levanto y comienzo a caminar en dirección a ninguna parte, intentando cambiar mis pensamientos por alguna canción o poema alegre, que, sin embargo, termina sin aparecer del todo en mi cabeza.
Cuando estoy triste, no me gusta pensar en cosas bonitas. Cuando estoy triste, pienso en que todo podría ir a peor, y que seguramente empeore pronto, además de repasar todos mis defectos e imaginarme una larga lista de: "y si...".
Pero ahora, mi cabeza decide debatir entre si me perdonarás algún día o no.
Y no lo paso precisamente bien, pues sé que no lo harás, no al menos en un par de años.
Y una lágrima se me escapa, cae y se funde con el resto de agua salada del mar; porque, es una pena que pierda de vista unos ojos como los tuyos. Color océano.

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