Y yo solo soñaba con desaparecer


Si no puedo ser bonita, quiero ser invisible.
~Monstruos Invisibles

Cada día me apremia más el sentimiento de ser útil, de servir para algo, que me lleve a sentirme querida en último término.

Quiero formar parte de algo, estoy cansada de estar sola; quiero ayudar y estrujarme el cerebro hasta tener las mejores ideas. ¿Por qué siento que malgasto mi potencial?
Creía que era buena escribiendo, creía que era buena creando historias, pero parece ser que me equivocaba enormemente. He invertido este verano en malgastarlo, donde había horas valiosas para aprovechar en mis aptitudes, limitadas, pero al fin y al cabo estaban ahí.
Ahora, me siento vacía, seca, y no por haber sido exprimida al máximo en cuanto a ideas y creatividad, sino por la inactividad del último año, mortales 365 días de gran esfuerzo, trabajo, emociones, problemas y, finalmente, descanso, tal vez demasiado para lo que puedo soportar.

¿Cómo una persona descubre sus talentos? ¿Cómo alguien descubre que ha nacido para algo?
Porque yo nunca he sentido eso. Siempre he intuido que no tendría talento para nada, y por ahora sigue siendo así, con dieciocho años y sin talentos visibles. Por ese motivo veo mi futuro borroso como un día de niebla en Londres.

Me siento inútil, torpe y con falta de iniciativa. Es fácil decirse "voy a cambiar", pero, ¿cómo aprendes a ser una persona nueva?

Sé que con dieciocho años, una está en lo mejor de la vida, por eso, temo que de aquí a unos años no consiga ciertos objetivos; tengo miedo del futuro, creo que todo se resume a eso.
Y mi falta de experiencia en tantas cosas no ayuda.

Incertidumbre.
Soledad.
Ganas de borrar la sonrisa pintada sin ganas en mi cara.


Química irracional

Uno, dos, tres, fusión.
Chispas, destellos, que se entrecruzan en nuestras miradas.
Tus ojos me dicen "ven", mi razón se resiste, el corazón bombea rápido la cálida sangre que recorre uno a uno cada rincón de mi cuerpo.
Doy un paso, me arrepiento, vuelvo a donde estaba. Me coges la mano y todo queda atrás.

Las segundas oportunidades no son más que el velo que cubre una mentira, para que nos sintamos mejor con nosotros mismos.

Mis labios suplican que no vuelvas a hacerme daño, tus promesas dejan claro que no.

Pero las palabras se las lleva el viento.
Confiar, o no confiar se convierte en una cuestión vital.

Quiero confiar en ti, pero me gustaría tener la certeza de si eso es suficiente... ¿lo es?

We are the new pollution


Arropada en sus sábanas de sueños rotos, cubierta por su edredón de insomnio, se frota los ojos ante el pequeño rayo de sol que se cuela entre la pequeña rendija de la ventana que no consigue tapar la persiana.
Sus ojeras van adquiriendo un tono violáceo, que contrasta con su pálida piel y su cobrizo pelo.
Apoya un pie en la alfombra, se da impulso, se levanta y se estremece ligeramente al notar que ha apoyado el dedo gordo del pie izquierdo en el frío mármol que cubre el suelo de la habitación.

Está sola, asomada por la ventana, aun con el pijama puesto, nota que el frío traspasa sus huesos, y que el sol que la mira desafiante solo es una falsa ilusión. Le esperaba un día frío y duro.

Antes de salir de su pequeño hogar en las afueras de un modesto barrio obrero, se abrocha los cordones de los zapatos y termina de guardar los libros que le faltan en la mochila, ya no tan nueva y colorida como al principio del curso, en septiembre, sino oscurecida a causa del tan frecuente uso que se le da a diario.

Mira al cielo y no entiende lo que ve. Algo normal para una dulce niña de once años.
Pero, en cambio, sí parece notar cómo al respirar el aire matinal no le hace sentir viva, como debería ser.

El cielo está gris, pero no es a causa de la borrasca.
El cielo está gris porque nosotros queremos.
El cielo está gris porque nuestra forma de vida ha ido destruyéndolo.
El cielo está gris porque lo hemos matado.

Vivir así, cada día, respirando la esencia de la muerte que un día nos invadirá al completo.
Respirando el anticipo de nuestra caída y derrumbe, de la fuerza poderosa que nos apartará de quienes más queremos.
¿No hay solución? Nadie se atreve a planteárselo.
Porque parece ser que no merece la pena salvar la vida de todo el planeta si a cambio tenemos que destruir nuestra actual (y asesina) forma de vida.

Que alguien haga algo.
Antes de que su último aliento se haya convertido en veneno.

Walls are tired

Hay que ver, cómo se repite esa maldita pregunta un día al año, "¿qué se siente con un año más?". ¿Es posible que existe pregunta más estúpida que esa?
En mi caso, lo único que ha variado es que ahora tengo todo lo mejor y peor de la edad adulta.
Más libertad, que acarrea más responsabilidades.
Los dos últimos años de la adolescencia, antes tan interminable, tan presente, ahora contemplamos sus últimos momentos, recordados por buenos o malos momentos que hicieron estremecernos de emoción o temblar de rabia. Se desvanece, y con ella, los mejores y los peores años de tu vida.

Sueño adolescente parte I: Escapar





Sentirse desmotivado, alejarse de la ciudad, del ruido y de toda población humana posible.
Correr entre el viento, apartando zarzas con la mano, sintiendo el escozor de la madre naturaleza mientras gritas en silencio y apoyas apenas las puntas de los pies en cada piedra de la calzada que te sostiene.
Tienes ganas de caer al vacío, pero sin embargo, sobrevivir al acto.
Últimamente es difícil vivir al límite, a no ser que ése sea la descripción actual a "vivir en una ciudad con altos niveles de contaminación, en una sociedad esteroitipizada e intolerante".
Al fin y al cabo, ¿qué es peor que sentirse rechazado en tu propio hogar?

El mundo ya no valora lo diferente, quizá algunas personas sí, pero el mundo que nos pintan está lleno de falsas personalidades, valores superficiales basados en modas que un año llegan y a los seis meses desaparecen.

Todo guiado por el dinero.

¿Qué más da hacer que unos cuántos jóvenes pierdan su esperanza en ellos mismos teniendo dinero para nosotros?


Dile que eres libre y que no dependes de nadie, que nada te atará a ningún poste con una jodida cadena oxidada de viejo hierro, y, ante todo, no olvides decirle que antes no eras así.
Antes buscabas la libertad por encima de todo, te escapabas del lugar que fuera simplemente para sentir la excitación que te provocaba huir de tus responsabilidades.
Pero con el tiempo, no quedó más remedio que mentirte a ti mismo, no eres más que otra marioneta del sistema, a punto de ser utilizada. Te convencieron para estudiar y buscar un trabajo, ¿qué más dejarás que hagan con tu maldita mente?
Te diré cuál fue tu perdición: la televisión. Dejarte engatusar por aquellas personas que gritaban a los cuatro vientos cómo había que ser, cómo había que pensar y cómo había que amar...
En aquel momento, tu cerebro, tan hiperactivo y curioso sólo pudo responder de una manera: obedeciendo a aquellos estúpidos estándares que sólo perseguían controlar a todos cuantos pudieran, en beneficio de unos cuantos impresentables en busca de dinero y más dinero.
Te dejo este mensaje aquí, esperando que respondas y que pienses por ti mismo, hace tanto que no lo haces...
En estos momentos estaré en camino de cambiar algo en el mundo, por completo. Más de ocho mil personas y yo intentaremos cambiar lo más difícil de modificar en el mundo: la mentalidad humana.
Vamos a cortar todas las transmisiones de televisión posibles, y para ello nos infiltraremos donde haga falta.
Vamos a traer el pensamiento de vuelta a este mundo.
Aunque cueste un millón de años.

Dejarme aquí sola... Entre tanto desconocido... es lo peor que podrías hacer.
Porque una ya se cansa de preocuparse tanto por todo y por todos, de agobiarse con asuntos sin importancia vital.
Asomarse por la ventana ya no es ese mero hecho sin más, ahora es observar ese mortal precipicio que te mira desafiante mientras la reflexión y la angustia se apodera de tu mente.
Ahora las consecuencias se plantean sin saber antes las opciones, más aun, sin conocer el problema cuestionado.
Nunca más volveré a estar segura de algo.