Diferentes

Sabes que eres diferente cuando, de pequeña, eres la única de tus amigas que no elige el típico helado de chocolate. Tú siempre has sido más de fresa que de chocolate. Y más de vainilla que de fresa.
Has preferido pasarte tardes en casa de tu abuela haciendo los deberes antes que pasarlas en la plaza, con tus compañeros de clase.
Te gustaban las verduras, pero odiabas la fruta. ¿Verdad que eras la antítesis del concepto contemporáneo de infancia?
Mientras los demás huían de los libros preguntándose su utilidad, tú ahondabas en la obra de Picasso, explorabas la geografía de cada país del mundo y te dejabas conquistar por la historia antigua.
Fuiste diferente, pero no te dejaste intimidar por ello.
¿Y qué es ser diferente? Al fin y al cabo, todos lo somos. Diferentes, humanos, iguales.
La gente se enorgullece de ser distinta. Eso nos unifica como especie. De repente, ser diferente es algo bueno. Y si todos lo somos, todos seremos iguales.
Puede ser que siempre busquemos la aprobación de los demás; la diferencia es esa resta entre virtudes y defectos. No hay dos números iguales.
Infinitud.
Somos la diferencia.

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